Que mejor preparación puede haber para ello que una constante y previa contemplación de esa gloria hecha en el evangelio, para este fin, que a través de ella podemos ser transformados gradualmente en la misma Gloria. Ya que el evangelio es las buenas nuevas de lo que Dios ha hecho en la Persona y por la obra de Su Hijo Jesucristo para salvar a los pecadores miserables. Se trata de logro divino y no de desempeño humano. El evangelio es el único mensaje que nos salva de la culpabilidad y del poder del pecado. Abrazar el evangelio no es un pequeño paso que tomamos para iniciar la vida cristiana; el evangelio es el poder de Dios para salvación, tanto en cuanto a la justificación del impío como en la santificación y crecimiento del creyente. La iglesia está en el mundo para predicar y defender el verdadero evangelio, y exponer y enseñar todas sus implicaciones para el creyente. En nuestro día, el mensaje del evangelio ha sido diluido de tal manera que en muchos casos, llega a ser un “evangelio diferente” que no tiene poder para salvar. Solo el evangelio verdadero es el poder de Dios para salvación. ¡Hay que regresar al evangelio puro y no adulterado! El evangelio es el mensaje principal de este ministerio. ¡Ay de nosotros si no predicamos el evangelio!